El pesimismo genera tristeza, ansiedad, pérdida de oportunidades e incapacidad para valorar las situaciones buenas y el cariño que se recibe. Una persona demasiado pesimista con seguridad terminará por provocar que los demás se alejen de ella.
Prever lo que nos puede suceder y evitarlo adelantándose a los acontecimientos es normal y aconsejable, otra cosa distinta es pensar que todo va a ir siempre mal, tanto los asuntos propios como los de los demás. Cuando se pierde la ilusión se deja de querer alcanzar el bienestar y la felicidad. Esta situación influirá en las relaciones con los demás, tanto en la intimidad con la pareja como en la relación con los amigos y familiares. Además, la ansiedad que provoca el pesimismo afecta a nuestro cuerpo y hace que se pierda la autoestima.
Cómo responde el cuerpo ante la ansiedad
Reacciones cutáneas. El flujo sanguíneo se altera y se sufre enrojecimiento de las mejillas o sudor frío. Al recibir más sangre los músculos puede derivar en envejecimiento prematuro de la piel. Aumenta la transpiración, aparecen eccemas y un aumento de la histamina provoca inflamaciones.
Musculares. Los musculos se tensan y se puede sufrir dolor de cabeza, migrañas, dolor en el cuello y rigidez en los hombros. Cuando siempre se está en estado de estrés se pueden sufrir luxaciones, tendinitis, fracturas, desgarros, artritis y osteoartritis, entre otros.
Corazón. Un estado constante de ansiedad puede dar lugar a problemas cardíacos.
Pulmones. Existe una relación entre la ansiedad y el asma.
Insomnio. Pensar demasiado en un problema, sea real o imaginado, provoca insomnio y falta de concentración. Ello conlleva que no se encuentren los recursos para solucionar el problema. Además la falta de descanso hace que los órganos del cuerpo no funcionen correctamente. Entonces también influirá al metabolismo y se sufrirán cambios en el aspecto físico.
Sistema inmunitario. Se debilita y hay más probabilidades de enfermar.
Estómago. El cuerpo no lleva a cabo la digestión de manera correcta. Se pueden ver afectados los intestinos y no se absorverán los nutrientes adecuadamente. Ello puede provocar diarrea, hinchazón abdominal que será incómoda tanto al ponerse la ropa interior como la ropa de calle y se puede llegar a perder el control de los esfínteres, lo que dificultará las relaciones íntimas y sociales.
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